LOS
INFINITOS TIEMPOS DEL AMOR
Surcando la
espiral del tiempo
me penetro en
ecos de piedras y vientos
Y tal vez sea
el pájaro herido que corroe
la materia en
un sueño existencial
que va de mí a
tu propio tiempo.
No dejo en vano
mi real ánfora
donde el
primigenio sentir se desmenuza
en esta
filogenia.
Nadie deja su
contenedora forma
sin el riesgo
intemporal de una dislocada realidad
abarcadora de
todos los tiempos.
Cae mi alma
abatida como una lágrima
que se evapora
en el justo
momento de
parir una idea...
...y ahí
resurjo, por hallar el universo mío
contenido...sublime,
resuelto a
renacer en la belleza del verso.
Soy manantial y
agua de tus fuentes,
soy cobijo de
vida, mineral y estrella.
Soy brote
prístino del tiempo.
(Quien nada es,
seguirá siendo vacío,
el ritual de
morir seguirá siendo su vicio).
Yo no soy
prisión, ni zurzo tu existencia,
porque no
existo en las entrañas
nucleares de la
tierra.
Ámame; porque
soy el amor,
el eterno
peregrino de bíblica presencia.
Soy el
amor...víveme en el polvo de tu tiempo.
MARÍA LEONE
NI
UNA MENOS
En la inmensidad de la noche
la lujuria cae desenfrenada.
(Quien haya sido… perdido está en la
trágica profundidad de la nada).
¿Adónde convergen los pájaros
que tuve en la mirada, la luz de las estrellas
y la creación de sueños escondidos en el
alma?
Laberinto de dolor, encrucijada de
las sombras.
Hoy solo queda esperar, esperar,
esperar.
Mensajes de esperanza no ayudan
para
comenzar un mañana sin recuerdos
de
hombres sin rostros.
La agresión, la verguenza, la
soledad
en el dolor que no permite salir de la penumbra,
y el recuerdo, siempre, desgarrando el
alma
como una luna inmensa que derrocha su luz
en un
templo vacío de confianza.
Espejismo de amor, espejismo de fe,
es
como si ya no esperara nada.
La armonía del universo escapó por
mis entrañas
y
cayó en la delgadez de la tierra dejando a mi piel
suspendida
en el arrebato del canto.
Han desmoronado mis sueños, apenas un
aire
húmedo
serpentea por un río de lágrimas.
(A mis hermanas que acompaño con mi voz en
el dolor).
MARÍA LEONE
PARÁBOLA DE LAS
MUJERES DE MI RAZA
Este
cansancio mío que me agobia, es el llanto de todas las mujeres.
Fruto de angustias que tuvieron mis hermanas en remotos tiempos.
Tiempo de mujeres, placeres de un momento.
Amargo cargamento. Botín de guerra que se uncia al carro triunfal
del vencedor de la batalla.
Mi raza es de mujeres. Las que formaron en infinitas generaciones
mis huesos y mi sangre.
Vendidas como esclavas en los puertos,
tal vez golpeadas con un látigo.
¿Cuántas amaron a sus hombres y fueron repudiadas
y en cuevas primitivas dieron a luz a sus hijos?
¿En qué oscuridad de siglos, vieron morir
sus hombres en lúgubres mazmorras?
Las que debieron compartir sus lechos con hombres que odiaban.
Mujeres de la historia. Amantes sojuzgadas.
Unidas a ancianos en su infancia. Niñas sin juegos.
Mujeres sin sonrisas.
Por eso, a veces, en noches sin sueño, agotados mis huesos
sin motivo, sufriendo dolores que no tengo,
a veces me despierto en un llanto amargo, que no es mío.
Es la angustia robada a mis ancestros.
A veces divago con mis sueños y heridas
y hablo con los fantasmas que heredé de otros siglos.
Este cansancio mío tan extraño, poblado de neblinas
es parte de la historia y las mujeres.
Mis oscuras hermanas. Reinas o esclavas...pero siempre esclavas...
En sucesivas muertes las heredo, integro sus heridas, sus miserias,
sus miedos ancestrales en la noche pavorosa
del oscurantismo y de la cueva...
Sin motivo, a veces me despierto en un llanto y mi alma se rebela.
Lágrimas que no entiendo. Pero sí...yo entiendo.
Ese cansancio mío que es de siglos...es el llanto de todas las mujeres.
TERESA CARMEN FREDA