miércoles, marzo 29, 2017

Poemas de María Leone y Teresa Carmen Freda

    LOS INFINITOS TIEMPOS DEL AMOR


Surcando la espiral del tiempo
me penetro en ecos de piedras y vientos
Y tal vez sea el pájaro herido que corroe
la materia en un sueño existencial
que va de mí a tu propio tiempo.

No dejo en vano mi real ánfora
donde el primigenio sentir se desmenuza
en esta filogenia.
Nadie deja su contenedora forma
sin el riesgo intemporal de una dislocada realidad
abarcadora de todos los tiempos.
Cae mi alma abatida como una lágrima
que se evapora en el justo
momento de parir una idea...
...y ahí resurjo, por hallar el universo mío
contenido...sublime,
resuelto a renacer en la belleza del verso.

Soy manantial y agua de tus fuentes,
soy cobijo de vida, mineral y estrella.
Soy brote prístino del tiempo.

(Quien nada es, seguirá siendo vacío,
el ritual de morir seguirá siendo su vicio).

Yo no soy prisión, ni zurzo tu existencia,
porque no existo en las entrañas
nucleares de la tierra.

Ámame; porque soy el amor,
el eterno peregrino de bíblica presencia.
Soy el amor...víveme en el polvo de tu tiempo.



MARÍA LEONE



        NI UNA MENOS

     En la inmensidad de la noche
la lujuria cae desenfrenada.
(Quien haya sido… perdido está en la 
trágica  profundidad de la nada).
¿Adónde convergen los pájaros
que  tuve en la mirada, la luz de las estrellas
y la creación de sueños escondidos en el alma?

 Laberinto de dolor, encrucijada de las sombras.
 Hoy solo queda esperar, esperar, esperar.
 Mensajes de esperanza no ayudan
 para  comenzar un mañana sin recuerdos
 de hombres sin rostros.

 La agresión, la verguenza, la soledad
en  el dolor que no permite salir de la penumbra,
y el recuerdo, siempre, desgarrando el alma
como  una luna inmensa que derrocha su luz
en  un templo vacío de confianza.

 Espejismo de amor, espejismo de fe,
 es como si ya no esperara nada.
 La armonía del universo escapó por mis entrañas
 y cayó en la delgadez de la tierra dejando a mi piel
 suspendida en el arrebato del canto.
  Han desmoronado mis sueños, apenas un aire
 húmedo serpentea por un río de lágrimas.

(A mis hermanas que acompaño con mi voz en el        dolor).

                                    MARÍA LEONE






 PARÁBOLA DE LAS MUJERES DE MI RAZA


Este cansancio mío que me agobia, es el llanto de todas las mujeres.
Fruto de angustias que tuvieron mis hermanas en remotos tiempos.
Tiempo de mujeres, placeres de un momento.
Amargo cargamento. Botín de guerra que se uncia al carro triunfal
del vencedor de la batalla.

Mi raza es de mujeres. Las que formaron en infinitas generaciones
mis huesos y mi sangre.
Vendidas como esclavas en los puertos,
tal vez golpeadas con un látigo.

¿Cuántas amaron a sus hombres y fueron repudiadas
y en cuevas primitivas dieron a luz a sus hijos?
¿En qué oscuridad de siglos, vieron morir
sus hombres en lúgubres mazmorras?
Las que debieron compartir sus lechos con hombres que odiaban.
Mujeres de la historia. Amantes sojuzgadas.
Unidas a ancianos en su infancia. Niñas sin juegos.
Mujeres sin sonrisas.



Por eso, a veces, en noches sin sueño, agotados mis huesos
sin motivo, sufriendo dolores que no tengo,
a veces me despierto en un llanto amargo, que no es mío.
Es la angustia robada a mis ancestros.
A veces divago con mis sueños y heridas
y hablo con los fantasmas que heredé de otros siglos.

Este cansancio mío tan extraño, poblado de neblinas
es parte de la historia y las mujeres.
Mis oscuras hermanas. Reinas o esclavas...pero siempre esclavas...
En sucesivas muertes las heredo, integro sus heridas, sus miserias,
sus miedos ancestrales en la noche pavorosa
del oscurantismo y de la cueva...

Sin motivo, a veces me despierto en un llanto y mi alma se rebela.
Lágrimas que no entiendo. Pero sí...yo entiendo.

Ese cansancio mío que es de siglos...es el llanto de todas las mujeres.


                                   TERESA CARMEN FREDA

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