Larga sombra
Cuando se apaga la última lámpara
también se enciende la sombra.
(R. Juarroz)
Es de noche otra vez,
siempre me gana.
Me voy.
Me voy ahogando.
entre las filosas palabras
que craquelan mis manos,
en las miradas pantanosas
que despiadadas
se me regalan.
La decepción pesa
en mis pies y me arrastra
al fondo
de no sé bien qué.
Pero siempre supe ser sirena,
regarme de flores la falda
y escapar,
aferrada a un último aliento,
el que me da la luz
que me salva.
Me coso tu amor como una sombra
a la espalda.
Parece que hoy
el sueño amanece.
María Laura Coppié
Mitades
La vida no es sino una continua sucesión
de oportunidades para sobrevivir.
Gabriel García Márquez
Única habitante en la galería de los espejos de su alma.
Sobreviviente de la invasión de telarañas,
que ocuparon las imágenes perdidas.
Arquitecta de paredes mohosas, cubiertas de hiedras
que están trepando por su cuerpo.
Dueña de las huellas esclavas y de todos los besos borrados.
Es el ser mitad mujer y mitad pared, esperando la luz.
En sus ojos lágrima-espejo,
nadan abrazados el ayer y el hoy.
Ahí, en el fondo de ellos, flotan vestidas como verdes medusas
las palabras que traen el perdón.
En su mitad pared,
las columnas de sus brazos
las acercan, las aferran y por fin las suben a su boca.
Todo está preparado,
y al encenderse la luz del Génesis,
los espejos reflejan la verdad,
las telarañas quiebran sus hilos y caen,
y las hiedras se marchitan en sepia.
Su mitad mujer vuelve a creer en el amor,
mientras,
su mitad pared vuelve a construir nuevas defensas
por si acaso…
Alicia Cora Fernández
Doctor Corazón
A René Favaloro
Como en un sueño de Dalí,
la ciudad se llenó de corazones.
Gordos, grandes, brillantes, pachorrientos,
insolentes, escritos, a cuadros y con flores,
graciosos y encarando:
una historieta en vivo y en corpóreo,
piquete for export con el que los porteños
sonríen y tropiezan,
preguntan sin respuestas,
retratan sin metáfora.
Torpes y desmañados
son carrera de obstáculos
para los que recorren la ruta de la prisa.
Los negocios les envidian los colores
y los jacarandáes de Plaza San Martín
murmuran criticando al intendente,
y los pájaros chocan, distraídos,
y la lluvia se confunde de suicidio,
y el satélite le cuenta al mundo entero
que el amor nos ha tomado por asalto.
Pero sólo es verdad la moraleja.
Como la luna, mendigan luz ajena
mientras esperan, como testigos quietos,
que alguien se haga cargo de la flecha
que provoque la sangre que no fluye,
el infarto feliz que conmoviera,
el encuentro de un pecho gigantesco
buscando un sentimiento en adopción.
Así la paradoja, en estas calles
de soledad poblada de violencia
donde el rey de corazones ya no anda,
porque no le daba más el corazón
de tanto descorazonarse en el intento.
Bibi Albert
Realidad
Un látigo
y tus palabras se amordazan a mi boca,
anzuelo que cosecha la tempestad y embiste los alfileres de mi mano,
la inocencia que era fruto de tu caricia,
mi estupidez crónica con el rocío de algún gato,
y ningún hueco, o sólo un salto,
a saber:
que a veces los sueños se precipitan a mis pies,
maldito suicidio permanente.
Mariana Toniolo
Señal de alerta
Esta inquietud
que se instala en mis entrañas
hace que dé vueltas sobre mi misma,
sin saber qué busco
o si en verdad busco algo.
Este hormigueo en la yema de los dedos
que lee como ciego las señales en el aire.
Lee… Una forma de decir.
Sólo da con la punta del ovillo,
con la señal de alerta.
Conozco este don o esta desdicha
de escuchar las piedras sonando bajo el agua,
de oler la tormenta cuando aún no se ha gestado.
Algo se acerca
al otro extremo del camino.
No puedo esquivarlo.
Sé que llega.
¿Trae puñal o rosa?
Me aborda.
Insolente.
Por la única grieta
que he dejado sin tapiar
Gabriela Delgado
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